El trampeo ilegal impide el repunte de la población de oso pardo

La segunda campaña de retirada de lazos furtivos en zonas oseras del suroeste de Asturias ha terminado esta semana con 33 lazos eliminados en las localidades de Ibias (22 trampas) y Cangas del Narcea (11). La anterior campaña, en los meses de noviembre y diciembre de 2006, finalizó con la retirada de 55 lazos de distintas características. Casi 90 lazos, que pueden ser de acero -los más comunes-, cuerda o plástico y que tienen un doble objetivo: proteger los cultivos y prados de los destrozos de jabalíes y corzos y la obtención de carne y trofeos de estos mismos animales. Sin embargo, en las más de las ocasiones, los trofeos acaban siendo también de perros y zorros y, en el peor de los casos, de osos pardos del Cantábrico, especie amenazada con la extinción.

Y es que, según declaraciones al diario ABC de José Luis García Lorenzo, coordinador de proyectos de la Fundación Oso Pardo, sólo quedan entre 80 y 100 ejemplares de oso en la población occidental -que se extiende por Asturias, Castilla y León y Galicia, desde los Ancares de Lugo, por el oeste, hasta el Puerto de Pajares, por el este- y entre 25 y 30 en la oriental, que se extiende desde Campoo de Suso (Cantabria), al este, hasta el Puerto de Vegarada (Asturias), por el oeste.

Por tanto, este número tan escaso constituye por sí mismo un peligro para la especie, pues hace que la extinción pueda producirse simplemente por azar. Contra este peligro no se puede luchar, pero sí contra otros más acuciantes con los que el oso pardo se enfrenta cada día. Además de la fragmentación de su hábitat, el veneno (que ha supuesto la muerte de al menos cinco osos desde 1998), las limitaciones demográficas y la pérdida de diversidad genética, es precisamente la amenaza del furtivismo, sobre todo en forma de trampeo ilegal, una de las principales causas que impiden la recuperación de la especie. Aún así, en los años 2005 y 2006 murieron dos ejemplares, uno en la montaña palentina y otro en la leonesa, por armas de fuego.

Para hacerse una idea de lo que los lazos furtivos suponen para este plantígrado, baste decir que entre 1980 y 1994, se registraron 36 muertes de oso en la población occidental, de los que trece (el 36 por ciento) murieron atrapados en lazos. García Lorenzo explica que desde esa fecha no se han constatado más muertes de osos por este motivo, pero sí muchos episodios de animales heridos.

Aunque en algunas zonas, como el Alto Sil leonés, esta práctica ilegal ha remitido, el problema se concentra ahora en la zona suroccidental de Asturias y en los límites con Galicia, explica García Lorenzo. «Es algo que no se entiende -continúa- pues ahora las Administraciones pagan los daños que causa el jabalí, además de que se han regalado electrificadores de cercado para la protección de cultivos y pastizales». Son los llamados «pastores eléctricos», que evitan que los propietarios de las fincas coloquen lazos ilegales para evitar los daños que provoca el jabalí, y donde pueden quedar atrapados los osos.

En la «batida» de estos días han participado guardas de Medio Natural, agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil y miembros del Fondo Asturiano para la Protección de la Naturaleza y la Fundación Oso Pardo. Esta última organización tiene sus propias «patrullas Oso», cuatro en total, que desde el año 93 han retirado más de 1.100 lazos. Pero esto es sólo la punta del iceberg, dice José Luis García, porque en cinco años se retiraron en las reservas nacionales de caza una cifra similar y más de 1.500 en sólo dos cotos.

Pero lo más importante es denunciarlo y ellos lo han hecho en catorce ocasiones, de las que tres han terminado en condenas por vía penal y el resto con sanciones por vía administrativa. El último caso tuvo lugar en octubre pasado, cuando un vecino de Cangas del Narcea fue condenado por vía penal a pagar una multa de 1.440 euros e inhabilitado para cazar por dos años como autor de un delito contra la fauna por colocar tres lazos de acero ilegales. Parece que el cerco se va cerrando sobre los furtivos.