La vacuna contra el cáncer de cuello de útero saldrá a la venta en septiembre
Las farmacias españolas empezarán a comercializar la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH), principal culpable del cáncer de cuello de útero o cervix, a finales de septiembre, según acordó el viernes el Consejo de Ministros. El ministro de Sanidad, Bernat Soria, propondrá a las comunidades autónomas incorporar esta vacuna al calendario común de vacunación del Sistema Nacional de Salud (SNS).
La vacuna se venderá bajo la marca comercial "Gardasil" y se administrará previsiblemente a niñas de edades comprendidas entre los 11 y los 14 años, antes del inicio de la actividad sexual, que es cuando alcanza su máxima eficacia según todos los estudios clínicos realizados hasta ahora.
La autorización del fármaco llega un año después de su legalización por parte de la Agencia Europea del Medicamento, que estudia ahora dar el visto bueno a una segunda vacuna contra el cáncer de cuello de útero, "Cervarix".
El VPH es, en realidad, una familia de virus que incluye más de cien tipos de agentes infecciosos. Al menos 13 de esos tipos son cancerígenos para los humanos. De ellos, dos son los principales culpables del 70 % de los cánceres de cuello de útero, a su vez, el segundo tipo de cáncer femenino más común en todo el mundo después del de mama.
Según los cálculos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se declaran 500.000 nuevos casos de esta patología, de los que 280.000 terminan de la peor manera posible. España tiene una de las tasas de prevalencia más bajas de Europa, unos 7,6 episodios y dos muertes por cada 100.000 mujeres. En 2005 murieron de cáncer de cuello uterino 594 mujeres, según el Instituto Nacional de Estadística.
Hay también otros virus del papiloma menos graves que ocasionan un gran número de displasias cervicales leves y casi el 90 % de las verrugas genitales o condilomas. Las infecciones por VPH suelen ceder espontáneamente en un plazo máximo de dos años, pero pueden persistir y producir lesiones precancerosas de cuello uterino que, si no se tratan, pueden evolucionar en 20 ó 30 años a un cáncer cervical.
Los estudios realizados en distintos países han demostrado la eficacia de la vacuna cuando se administra en niñas, antes del inicio de las relaciones sexuales y de cualquier posibilidad de infección. Sin embargo, no hay garantía absoluta de prevención al 100 % hasta dentro de tres décadas, más o menos, cuando las niñas de 10 u 11 años vacunadas ahora lleguen a la edad en la que se empieza a manifestar el cáncer. Sólo entonces habrá certeza de la validez del fármaco. Cabe además la posibilidad de que la vacuna genere resistencias y desvíe la infección hacia otros tipos de virus.