El primer curso de una misma carrera en España puede costar desde 510 euros a 9.000 euros según la universidad
La matrícula del primer curso de una misma carrera universitaria en España puede costar casi veinte veces más según la universidad en que se curse. Un dato: el primer año de Comunicación Audiovisual en la Universidad de Vigo cuesta alrededor de 510 euros (estimación realizada con una cantidad tipo de créditos -60- y 30 euros en gastos administrativos de matriculación), mientras que el precio de un curso de esa misma titulación en la Universidad Europea de Madrid asciende a 9.005 euros.
El estudio que se ha llevado a cabo para elaborar esta guía, constata que el sistema universitario español es eminentemente público. Lo son dos tercios de las universidades -sólo 22 pertenecen a organizaciones privadas, la mayoría vinculadas a la Iglesia Católica-, que acaparan la gran mayoría de recursos humanos y técnicos. Del millón y medio (1.535.795) de alumnos inscritos en estudios de primer y segundo ciclo (diplomaturas y licenciaturas) en las 73 universidades españolas en 2005, casi el 90 % (1.386.102) cursaron sus estudios en un centro público, mientras que únicamente 149.693 se matricularon en una universidad privada.
Las proporciones son similares si se observan los números correspondientes al profesorado: nueve de cada diez de los cerca de 105.000 docentes del sistema universitario español imparten clase e investigan en centros de educación superior públicos.
Las enormes diferencias se materializan en los presupuestos con los que se sustenta el funcionamiento de las universidades en nuestro país, que en 2005 supusieron la gestión de más de 7.700 millones de euros. El 93 % correspondió a universidades públicas frente al 7 % de las universidades privadas (algo menos de 600 millones de euros). No obstante, conviene precisar que en este apartado no se han sumado los balances de la mitad de las universidades privadas, que han preferido no hacer públicos sus recursos económicos.
Lo cierto es que el fenómeno de las universidades creadas fuera de la órbita de la Administración Pública es un hecho relativamente reciente en España. Sólo cuatro de ellas -Universidad de Deusto, Universidad Pontificia de Comillas, Universidad Pontificia de Salamanca y Universidad de Navarra- se constituyeron antes de 1985. El resto de las universidades privadas españolas, esto es, el 82 % , tiene menos de 25 años. Además de una vida aún muy corta, la universidad privada en España también se caracteriza por su concentración en Barcelona y, sobre todo, en Madrid. De hecho, una de cada tres instituciones de educación superior privadas de nuestro país tiene su sede en la comunidad madrileña.
La etapa de las universidades masificadas ha quedado ya lejos. Los efectos de la disminución de la tasa de natalidad de los años 80 se han plasmado en un sistema universitario que, gracias a las apremiantes necesidades de profesorado de la década anterior, dispone de un amplio cuerpo docente que acerca el índice de alumnos por profesor a parámetros europeos. La media de las universidades españolas es de 14,67 alumnos por profesor, y las diferencias entre universidades públicas y privadas son perceptibles, pero no extremas: 12,59 estudiantes por docente en las privadas y 14,95 en las públicas, esto es, un 20 % más.
Uno de los grandes problemas que arrastra el sistema universitario español, y que aún está pendiente de solución, es la carencia de Personal de Administración y Servicios (PAS), un estamento clave que incluye desde servicios administrativos a gestión y mantenimiento de bibliotecas o de laboratorios. Las 51.842 personas distribuidas por las 73 universidades son a todas luces insuficientes. El indicador más relevante en este aspecto, el ratio de PAS por profesor (0,50), así lo atestigua: por cada dos docentes, sólo se cuenta con un PAS. La media de la pública es de 0,51 PAS por profesor, mientras que en la privada desciende a un PAS por cada tres profesores (0,38).
La investigación y la creación de conocimiento son dos de las principales señas de identidad de la Universidad. En el caso español, el peso de la investigación, que por regla general precisa de fuertes inversiones y de dotación de medios humanos y técnicos cualificados, recae en el sistema público. Los datos son concluyentes: de los casi 2.500 programas de doctorado (enseñanza de tercer ciclo conducente a la formación de investigadores), el 95 % se encuentra distribuido entre las universidades públicas, mientras que sólo 131 (apenas el 5 % ) los imparten entidades privadas.
Proporciones similares se materializan en el número de tesis doctorales defendidas en 2005. De las 5.850 registradas, más de 5.550, el 96 % , se defendieron en universidades públicas, y sólo 296 se presentaron en universidades privadas.
La implantación y la extensión de las nuevas tecnologías es otro de los principales retos del sistema universitario español, que adquiere además especial relevancia con las transformaciones que acarreará la convergencia hacia el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). Uno de sus principales indicadores es el número de alumnos por ordenador personal. Según marca la Unión Europea (UE), la disponibilidad de un ordenador por cada 15 alumnos es la relación mínima aconsejable. Una de cada cuatro universidades no alcanzan el mínimo de equipamiento informático que sugiere la UE.